Anoche, sin buscarlo, volví a darme de bruces con la nostalgia.
Alguien le pasó a un amigo una página antigua de la revista, recordando a su hermano.
Era una de esas páginas repletas de fotos con rostros sonrientes y llenos de juventud, rostros en los que se adivinan las ganas de devorar la vida a bocados, a bailes, a carcajadas.
Y recordando a Ramón, tan guapísimo él, me acordé de mi Maite, siempre “escocotada” de risa. Y de Marian y lo mucho que me ayudó en ese especial moda cuando ya estaba malita. Y de Pedro con sus acuarelas. Y de las extravagancias de Joaquín, cuando yo apenas empezaba en el Aki Zaragoza. Y de las noches locas con los Morancos en casa de Pedro. Y de José Antonio, que llenó mi cocina de copas de vino que aún conservo. Y de Mamen y Santi, y de Javier, Teresa, Jaime y tantos otros…
Y pienso que es un lujo haber disfrutado tanto con vosotros y que me hayáis permitido guardar eternamente alguna de vuestras mejores sonrisas.
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